[Escrito el 19 de septiembre de 2022 a las 8:00 am. Actualizado a las 7:00 pm del mismo día.]
La República Dominicana se encuentra en la trayectoria de los huracanes
que se forman en el océano Atlántico. Desde tiempos coloniales, los gobiernos
han tenido que tomar medidas para reparar los daños tomando en consideración su
restricción presupuestaria.
En 1930, el huracán de San Zenón de categoría 4 destruyó la ciudad de
Santo Domingo, siendo reconstruida bajo las órdenes del General Trujillo. En 1966, el huracán Inés de categoría 4 impactó la parte sur del país, lo cual hizo que el presidente Joaquín Balaguer trabajase arduamente en la recuperación de las áreas impactadas. En
1979, el huracán David de categoría 5, el más poderoso de todos hasta ahora, provocó serios
daños a la infraestructura nacional, en particular del sistema eléctrico, haciendo
que el presidente Antonio Guzmán destinase amplios recursos a la reconstrucción
de las áreas afectadas. En 1998, el huracán Georges de categoría 4 también
provocó grandes daños en particular en la zona este del país, llevando al
presidente Leonel Fernández a incrementar el gasto corriente y de capital para
recuperar la infraestructura dañada, resaltando la eléctrica.
En esta ocasión se trata del huracán Fiona de categoría 1, que tocó
tierra dominicana hoy en la madrugada, reportándose daños en la infraestructura
turística y eléctrica en la zona este del país, así como en numerosas viviendas
vulnerables. El presidente Luis Abinader debe poner en marcha lo más rápido
posible las actividades necesarias para reparar las viviendas de familias de
menores ingresos que han sido dañadas y las áreas afectadas en las zonas
turísticas. Esto último es clave, pues la mayor parte del crecimiento económico
de este año se explica por la recuperación del turismo, que pudiera verse
afectado si se retrasa el proceso de la inversión pública requerida.
Cabe destacar que, en los casos de los huracanes de 1930, 1966, 1979 y 1998 no
existía la Ley 340-06 sobre Compras y Contrataciones que pone estrictas
condiciones para adquirir los bienes y servicios necesarios para iniciar los
procesos de reconstrucción de las viviendas e infraestructuras dañadas por esos
fenómenos atmosféricos.
A pesar de que el artículo 6 de la Ley 340-06 establece que se excluyen
de esa legislación los procesos de compra y contrataciones relacionados con las
actividades de emergencia nacional, como es este caso, de acuerdo con la
normativa complementaria hay que cumplir plazos para convocar procesos, recibir
ofertas, evaluarlas, realizar las contrataciones, registrar los contratos en la
Controlaría y pagar los avances a los contratistas, que sumados pudiesen
alcanzar hasta tres semanas. Por ese motivo, recomendé que el presidente
Abinader flexibilizara mediante el decreto de declaración de emergencia algunas
de esas restricciones, minimizando los plazos de compra y contrataciones de
acuerdo con las circunstancias actuales.
Esa recomendación, que realicé el sábado pasado y reiteré hoy en la
mañana, sigue siendo válida, pues el Decreto No. 537-22 que emitió esta tarde el
Poder Ejecutivo no modifica ninguna de las restricciones que harán que no se
pueda comprar y recibir un pie de cable eléctrico, una lata de sardina, una
colchoneta, una plancha de zinc, un pie de tabla o una docena de clavos, por lo
menos, en los próximos diez días.
Por último, conociendo al gobernador Héctor Valdez, me imagino que hoy llegó temprano al piso 12 del Banco Central para diseñar medidas monetarias que apoyen el proceso de reconstrucción de las zonas afectadas por el huracán Fiona. Eso hizo en 1998 frente al huracán Georges, siendo la política monetaria ejecutada una pieza clave para que la economía dominicana creciese 7.3%, manteniendo al mismo tiempo la estabilidad macroeconómica.
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