[Escrito el 12 de julio de 2021]
El mercado laboral dominicano se descompone en dos partes. Una formal y otra informal, representando esta última el 54% de la mano de obra ocupada. En el mercado informal no se cumplen las reglas establecidas en el Código de Trabajo ni los requisitos de la seguridad social. Esto significa que en la mayor parte del mercado laboral dominicano no se aplica el salario mínimo que es negociado por los sindicatos, los empresarios y el gobierno.
En el sector formal, el salario mínimo es recibido
principalmente por los agentes económicos con menor nivel de calificación, la
cual está condicionada por el nivel educativo y los años de experiencia
laboral. A mayor educación y experiencia, mayor probabilidad de percibir una
remuneración por encima del salario mínimo. Esto revela que las personas que
son remuneradas con el salario mínimo son los que tienen menor productividad y,
en consecuencia, son quienes se encuentran en la parte baja de la distribución
de los ingresos.
La presencia haitiana en el mercado laboral
tiende a deprimir el salario promedio de los trabajadores dominicanos, que
compiten directamente con esa mano de obra inmigrante. Esa afirmación se ha
demostrado empíricamente en los sectores construcción, agrícola y comercio. En
el sector construcción, por ejemplo, se confirma que la mano de obra haitiana
reduce el ingreso promedio de las actividades que requieren menos calificación laboral
y elevan el retorno del dueño del proyecto.
Dado lo anterior, se pude señalar que un aumento
del salario mínimo, que no tome en consideración la productividad laboral y la
inmigración haitiana, puede provocar la sustitución de mano de obra dominicana menos
capacitada por mano de obra haitiana. Esto sugiere, de manera contraintuitiva,
que un aumento excesivo del salario mínimo pudiese perjudicar a los segmentos
de población pobre y vulnerable.
Así las cosas, mi recomendación a las autoridades es la siguiente. Ante la coyuntura que se vive en Haití, es necesario evitar una entrada masiva de haitianos al país, pues ese evento deprimiría el salario promedio de la población dominicana. Además, el posible ajuste salarial debe tomar en consideración que hay actividades productivas que siguen muy golpeadas por el covid-19 y, por lo tanto, un aumento excesivo elevaría la probabilidad de despidos en el mercado formal. Por último, dado que la inflación acumulada entre junio de 2019 y junio de 2021 es poco más de 12%, pienso que el ajuste del salario mínimo debe colocarse entre un 12 y un 15%. Todo incremento por encima de ese rango sería perjudicial para el empleo formal de los pobres, aunque usted no lo crea.
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