[Escrito el 16 de octubre de 2020]
El Fondo Monetario Internacional ha informado a
los gobiernos, de economías avanzadas y emergentes, que es demasiado temprano
para desconectar la ayuda que brindan a los hogares y a las empresas. La
eliminación de ese tipo de transferencias puede provocar quiebra de empresas,
aumento del desempleo y reducción del ingreso laboral de la población. La
consecuencia inmediata sería la desaceleración del ritmo de recuperación
económica post-COVID.
La aplicación de medidas de austeridad,
resumidas en la reducción del gasto público, tendría repercusiones negativas
sobre el crecimiento de la economía. A los políticos hay que recordarles que la
economía se encuentra actualmente en un entorno caracterizado por la reducción
de la demanda agregada. La disminución del gasto público acentuaría, todavía
más, la caída de las actividades productivas.
En el caso de la República Dominicana, una
medida de austeridad lo será la eliminación del programa Fase. Como
recordatorio les digo que ese programa es un subsidio al empleo que se otorga
directamente a las empresas. Ese subsidio evita que, ante el descenso de las
ventas de los negocios, estos se vean en la obligación de despedir personal
para reducir los gastos y evitar la quiebra.
La eliminación del programa fase, tal como
informó el presidente Abinader que sucedería en enero, será tan negativa, que
es muy probable que haya que reestablecerlo nuevamente. Lamentablemente, su
eliminación y posterior restablecimiento sería percibido como una muestra de la
inconsistencia en el manejo de la política económica. Ante la posibilidad de
que ocurra ese evento, lo más recomendable es que sigan el consejo del Fondo y
mantengan funcionando ese tipo de programas a favor de los agentes económicos
privados.
Por otra parte, el aumento de la inversión
pública, a la brevedad posible, es fundamental para la recuperación económica.
El FMI estima que el aumento de la inversión pública en carreteras, escuelas,
hospitales, agua, comunicaciones, electricidad, entre otros, estimulará la
inversión privada, la cual está actualmente deprimida por el alto grado de
incertidumbre, y le dará un empujón significativo al crecimiento del PIB, a través
del multiplicador fiscal. En un reciente comentario indiqué la importancia del
sector construcción para la expansión de las actividades productivas, por
tanto, la combinación de la inversión pública en infraestructura con la
inversión privada ayudará a revertir rápidamente la caída de la demanda
agregada provocada por la pandemia del COVID-19.
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