[Escrito el 8 de mayo de 2024]
La experiencia confirma que un banco central independiente es clave para
mantener la estabilidad de precios. El diseño y ejecución de una política
monetaria basada en metas de inflación se traduce en una variación de precios
baja y relativamente estable. Ese entorno es favorable para una correcta
asignación de recursos productivos y un crecimiento económico sostenible en el
largo plazo.
Un presidente que desee mantener la estabilidad de precios debe apoyar
la independencia del banco central, permitiendo a su equipo técnico libertad en
la toma de decisiones. En contraste, cuando un presidente obliga a que se
adopten medidas monetarias que son inconsistentes intertemporalmente con la
estabilidad, como una reducción de las tasas de interés para promover un
aumento transitorio y coyuntural de la demanda agregada para ganar unos votos
en el corto plazo, el resultado final es una tasa de inflación superior a la
que se registraría cuando se aplica una política monetaria óptima.
En un reciente artículo, Maurice Obstfeld, profesor emérito de la
Universidad de Berkeley, resaltó la importancia de la autonomía del banco
central. De acuerdo con Obstfeld, los asesores de Donald Trump están
proponiendo que el Presidente de Estados Unidos pueda tener mayor control sobre
las decisiones de la Reserva Federal. Específicamente, proponen que el
Ejecutivo pueda tener un control directo sobre las decisiones de tasas de
interés, para así estimular la economía cuando lo considere beneficioso políticamente.
Al mismo tiempo, los asesores de Trump desean que se debilite el dólar frente a
otras monedas para estimular las exportaciones y elevar el ritmo de crecimiento
económico.
El profesor de Berkeley sostiene que el resultado de la pérdida de
independencia de la Reserva Federal sería un “potente cóctel inflacionario”, generándose
un caos inflacionario como el ocurrido en los años setenta. Por eso advierte que
bajar la tasa de interés en un entorno de pleno empleo como el que existe en la
actualidad se traduciría en aumentos generalizados de precios, caracterizándose
el proceso inflacionario por un mayor grado de incertidumbre y persistencia. Y señala
que un dólar más débil haría más caras las importaciones y dificultaría que la
tasa de inflación, actualmente en 3.5%, converja a la meta de 2%,
deteriorándose el bienestar de los consumidores.
Ese posible y negativo escenario, que pudiera incluir la pérdida del
anclaje de las expectativas de inflación, permite recomendar que se mantenga la
independencia del banco central frente a las decisiones de los políticos. Esa opinión
cobra una gran importancia si se toma en consideración que se trata de la
autonomía de la Reserva Federal, el banco central más poderoso del mundo.
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