[Escrito el 23 de febrero de 2024]
El Fondo Monetario Internacional publicó recientemente un artículo donde
se establece que Latinoamérica y el Caribe representan casi la mitad de las
víctimas de homicidio intencional. La intensidad de ese problema es mayor si se
toma en consideración que esa región representa el 8% de la población mundial.
Rafael Machado y Rodrigo Valdes, funcionarios del FMI, presentan en su estudio
que Centroamérica y el Caribe han registrado incrementos en la tasa de
homicidio de alrededor de 4% anual en las dos décadas más recientes, llevándose el
título de ser la zona más violenta de Latinoamérica y el Caribe. La tasa de
homicidios intencionados en Centroamérica supera los 26 por 100 mil habitantes
y en el Caribe se acerca a 15 por 100 mil habitantes.
En el caso de la República Dominicana, el gobierno del presidente
Abinader a través del ministro de la Presidencia Joel Santos informó
recientemente que la tasa de homicidios intencionados se sitúa en 11.5
homicidios por cada 100 mil habitantes. Ese dato permite señalar que la
criminalidad se encuentra por debajo de lo observado en Latinoamérica y el
Caribe que supera los 20 homicidios por 100 mil habitantes, pero falta camino
por recorrer para alcanzar el promedio mundial que se sitúa en 5 homicidios por
100 mil habitantes.
Machado y Valdes confirman que la criminalidad reduce la actividad
económica y provoca elevados costos sociales. Específicamente, sostienen que la
delincuencia afecta negativamente la inversión, la productividad, la producción
y, en consecuencia, el salario y el empleo. De acuerdo con sus análisis
econométricos un aumento de 30% en la tasa de homicidios reduce la tasa de
crecimiento del producto interno bruto en 0.14 puntos porcentuales. E indican que si se redujese la violencia en
los países de la región hasta llevarla al promedio mundial se elevaría la tasa
de crecimiento del PIB hasta en 0.8 puntos porcentuales.
Esos resultados demuestran que invertir recursos públicos en la lucha
contra el crimen es beneficioso para la sociedad. La clave es diseñar y
ejecutar una estrategia que sea efectiva, tal como recomiendan Machado y
Valdes.
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