[Escrito el 28 de agosto de 2023]
En la República Dominicana se observa desde hace años que el ingreso
salarial promedio crece menos que el producto interno bruto per cápita. Esto
significa que los propietarios del capital, los dueños de empresas, que en
promedio tienen mayor nivel de riqueza que los asalariados, aumentan
sostenidamente su participación en la distribución de ingresos de mercado. Esa
evidencia la comentó el doctor Andrés Dauhajre, hijo en un artículo publicado
en el periódico El Caribe y que lleva por título “La convergencia de la
minoría.”
Para modificar ese resultado económico, que beneficia a los más ricos,
es necesario adoptar reformas estructurales que aceleren el ingreso promedio de
los asalariados.
La primera reforma debe elevar el nivel de productividad de los
trabajadores. Esto implica mejorar la calidad del maestro dominicano, quien
debe ser capaz de transferir más conocimientos a los niños que posteriormente
se convertirán en trabajadores con mayor capital humano.
Al mismo tiempo es indispensable adoptar acciones que incrementen el
retorno del capital humano. En otras palabras, por cada año de estudio se debe
recibir un mayor nivel de ingreso que lo que actualmente se recibe en el
mercado. Ese resultado se lograría mediante una reforma laboral que flexibilice
el mercado de trabajo, facilite la contratación con horarios parciales y que
reduzca el costo de moverse de un trabajo menos productivo a otro más
productivo.
Por otra parte, se ha demostrado que la llegada descontrolada de mano de
obra haitiana deprime el salario promedio del trabajador con un capital humano
similar. Por eso habría que regular esos flujos migratorios, tomando en
consideración que existen rentas alrededor de los flujos migratorios que
dificultarán la ejecución de esa reforma. Debe destacarse que obtienen rentas
los que otorgan visas fuera del marco oficial; obtienen rentas los militares
que permiten el paso irregular de inmigrantes por la frontera o en los puntos
de chequeo en las carreteras que conectan la frontera con los principales
centros productivos o urbanos; obtienen rentas los que colocan y emplean a esos
inmigrantes haitianos en fuentes de ingreso, como son fincas, obras de
construcción, hoteles en zonas turísticas, puestos de frutas o los posicionan en
una esquina para pedir limosnas.
Por último, pero no menos importante, la concentración de mercados de
bienes -sea del proceso productivo o de comercialización- eleva la rentabilidad
de los negocios con relación al ingreso salarial. Es imprescindible fortalecer
de manera eficiente la política de competencia, para que los márgenes de
beneficios y los precios de los bienes se reduzcan.
La ejecución de ese conjunto de reformas estructurales es una tarea
difícil y complicada, pero no imposible. Lo que se requiere es tener un férreo
compromiso con una estrategia de desarrollo compatible con una sociedad más
justa y, sobre todo, tener el coraje necesario para enfrentar a los grupos de
poder que se benefician del statu quo.
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