[Escrito el 9 de enero de 2023]
El ministro de Agricultura, Limber Cruz, anunció la semana pasada la decisión del gobierno de suspender las exportaciones de huevos por quince días. El objetivo de esa medida es reducir la demanda de ese producto y lograr que el precio baje o, al menos, no siga subiendo.
Esa medida de comercio exterior tiende a beneficiar en el corto plazo al
consumidor nacional. Ese beneficio se materializaría siempre y cuando se logre
reducir el precio al consumidor final. Si los intermediarios acaparan el
producto y logran almacenarlo por el plazo que dure la restricción comercial,
solo se reduciría el precio a nivel de granja y no a nivel de consumidor final.
En consecuencia, la prohibición de la exportación de huevos solo beneficiaría
al intermediario del negocio propietario de grandes almacenes.
Asumiendo que no haya acaparamiento, se registraría una reducción del
precio en el mercado y el consumidor final se beneficiaría. Dado que el consumo
de huevos representa una mayor proporción del gasto total de los pobres, esa
medida beneficiaría principalmente a los segmentos de población de menores
ingresos.
Por otro lado, el productor nacional se perjudicaría con la suspensión
de las exportaciones. Asumiendo que el productor logre vender en el mercado
nacional la totalidad de los huevos que antes exportaba, el nivel de ingreso
total se reduciría porque los vendería a un menor precio por unidad. Dada la
estructura de costos, ese menor ingreso total implica un menor nivel de
beneficios.
A nivel nacional, el efecto final de la suspensión de las exportaciones
de huevos dependerá de si el beneficio que recibiría el consumidor final supera
o no la pérdida de beneficio y de eficiencia que sufrirá el productor. Espero
que los economistas del ministerio de Agricultura hayan realizado esos
cálculos.
En lo que se publica ese dato sobre la variación del bienestar a nivel
doméstico, les adelanto que el gran perjudicado con esa medida comercial será
el consumidor haitiano. La suspensión de
las exportaciones implica menor disponibilidad de huevos en Haití, elevándose
significativamente su precio en ese territorio.
Ante la necesidad de los haitianos de adquirir huevos, dado que ese
alimento es una de las principales fuentes de proteínas de ese pueblo, es muy
probable que se ponga en marcha algún mecanismo de contrabando. La frontera
dominico-haitiana es muy porosa y, por tanto, se crearán muchas vías a través
de las cuales se llevarán huevos de manera irregular hacia el territorio
haitiano. El resultado final será un precio mayor que el que existía en Haití
antes de la suspensión de las exportaciones y un traslado de rentas a favor de
los contrabandistas dominico-haitianos.
Visto lo anterior, recomiendo al gobierno que, si quiere reducir el precio del huevo en el mercado nacional de forma permanente, adopte medidas que mejoren la capacidad productiva, la eficiencia y la productividad del sector avícola dominicano. Así se supliría de manera óptima la demanda total, tanto la del mercado nacional como la del haitiano e islas del Caribe, sin que nadie salga perjudicado.
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