[Escrito el 14 de septiembre de 2021]
El populismo en economía es peligroso y más si daña el sistema
financiero. Existe amplia evidencia que demuestra que el desarrollo financiero
incrementa el nivel de ingreso promedio de la sociedad. Esto se ha verificado
en estudios a nivel de empresas, industrias y países. Por eso los hacedores racionales
de política económica diseñan y promueven la adopción de medidas que estimulan
la profundización y modernización financiera.
Los mercados de capitales ayudan a la transformación eficiente del
ahorro en inversión. La acumulación de capital físico y humano son dos factores
clave en la explicación de la producción de bienes y servicios. Los
intermediarios financieros, adecuadamente supervisados y regulados, crean
instrumentos y productos financieros adecuados a las preferencias y necesidades
de los agentes económicos, aportando significativamente a la creación de
ingresos y riqueza.
El trabajo de esas instituciones, como bancos, compañías de seguros,
administradoras de fondos de pensiones, fondos mutuos, entre otras, permite crear
las condiciones para minimizar el riesgo y maximizar el retorno del ahorro y
las inversiones. Una economía con intermediarios financieros más avanzados,
incluyendo fondos de pensiones capitalizados, es capaz de alcanzar un mayor
nivel de bienestar para su población, brindando instrumentos financieros
líquidos y de largo plazo que posibilitan el acceso a diversos tipos de
financiamientos.
En la República Dominicana, la acumulación del ahorro previsional, que
ya superó los 700 mil millones de pesos, explica el 22% del crecimiento
económico registrado entre 2003 y 2019. Ante ese beneficio, sorprende que en el
país exista un grupo de personas que desee destruir el acceso al financiamiento
a largo plazo.
Me refiero a personas que exigen que se desmonte el sistema de pensiones
de capitalización individual, el cual ha permitido que exista financiamiento a
más de 20 años y promovido la estabilidad macroeconómica. La entrega del 30% de
los fondos de pensiones y la desaparición de las AFP tienen como meta impactar
negativamente el sistema financiero nacional, provocando el aumento de la tasa
de inflación, la depreciación del tipo de cambio, el aumento de las tasas de
interés y la pérdida del financiamiento a largo plazo. En resumen, eso sería un
atentado contra el bienestar de la gente.
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