[Escrito el 20 de agosto de 2021]
Luis Abinader es mi amigo. De todos los presidentes con quienes he colaborado -Joaquín Balaguer, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina-, Luis es la persona que yo mejor conocía antes de llegar a ese cargo. Estudiamos en la misma universidad y años más tarde participamos juntos en la actividad política, luchando intensamente por el mismo objetivo.
Esa amistad me lleva a realizarle algunas
sugerencias.
El fondo y la forma de su discurso del 18 de
agosto debieron ser distintos. Muchas de las afirmaciones no se corresponden totalmente
con la verdad.
En cuanto al fondo, no es cierto que en su
gobierno haya plena transparencia y buen manejo de los fondos públicos. Hay casos
de despilfarro de recursos y procesos de licitación poco transparentes.
No es cierto que el año escolar haya sido
exitoso.
No es cierto que las inversiones públicas
tengan mayor dinamismo que en el pasado.
No es cierto que la recuperación económica sea principalmente
un logro del Gobierno Central.
No es cierto que es ahora cuando la economía
dominicana es bien vista por los inversionistas extranjeros.
No es cierto que el endeudamiento de este
gobierno se haya utilizado principalmente para pagar deudas públicas pasadas,
financiar gastos en salud y otorgar ayudas sociales.
En cuanto a la escenografía del discurso, el
historiador y economista Bernardo Vega la comparó con la presentación que hace
la monarquía británica en el Palacio de Buckingham. Pero la comparación pudo
ser peor. Esa escenografía se parece mucho a la utilizada en un discurso
pronunciado en 1938 por el canciller Adolf Hitler, a quien se le denominó desde
1934 como el Führer o líder absoluto del pueblo alemán. En esa
ocasión, Hitler habló desde una tarima que se elevaba desde la escalinata de un
magnifico palacio en Berlín. En el caso dominicano, parece ser que se copió la
forma de distribuir las banderas de una escenografía puesta en ejecución por el
presidente Nayib Bukele de El Salvador.
Después de ver, escuchar, leer y releer el discurso del presidente Abinader sólo me queda pedirle al amigo que pase del discurso a la verdadera acción, para que así logre hacer un buen gobierno.
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