[Escrito el 6 de diciembre de 2016]
La política económica
del presidente electo Donald Trump es inconsistente. Eso significa que los
resultados serán distintos a los objetivos previstos, lo cual obligará a
cambiar la política en algún momento no muy lejano.
Trump ha prometido que
acelerará el crecimiento económico mediante la reforma tributaria. Y ha
señalado que aumentará el empleo y reducirá el déficit de la balanza comercial
colocando mayores impuestos a las importaciones.
La reforma tributaria
que se ha diseñado reducirá los impuestos a los ricos. Esto, más que aumentar
la demanda privada, la disminuirá, porque se creará un mayor déficit fiscal que
se traducirá en mayores tasas de interés y menor inversión privada.
El aumento de las
tasas de interés atraerá capitales hacia los Estados Unidos, fortaleciendo el
dólar. El resultado de ese comportamiento del tipo de cambio será la pérdida de
competitividad y un retroceso de las exportaciones, deteriorándose el saldo de
las cuentas externas.
Los aranceles a las
importaciones provocarán una retaliación de parte de los socios comerciales,
disminuyendo los flujos de comercio. El efecto inmediato de esa menor actividad
externa será la desaceleración del crecimiento económico y menor creación de
empleo en los Estados Unidos.
Ante esa realidad,
Donald Trump tendrá que modificar su política económica. Por eso se puede decir
que la que ha delineado actualmente viola el Principio de Optimalidad de
Richard Bellman, el cual permite diseñar una ruta óptima a lo largo del tiempo.
Por eso recomiendo al equipo de Trump que se acerque y escuche a los excelentes
economistas que tiene su país.
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