[Escrito el 1 de julio de 2016]
Ron
Haskins, Director del Centro para Niños y Familias de la Brookings Institution,
presentó recientemente un testimonio sobre la efectividad de los programas
contra la pobreza a un Comité del Senado de los Estados Unidos. De su
exposición se pueden extraer diversas lecciones útiles para la República
Dominicana.
Los
principales programas contra la pobreza abordan las siguientes categorías:
salud, educación, nutrición, vivienda, servicios sociales, entrenamiento y
empleo, energía y transferencias en efectivo. En 2013, los servicios de salud
que reciben las personas pobres representan el 46% de los 743,700 millones de
dólares utilizados en esos programas sociales. Las transferencias en efectivo
representan el 20.4% y el programa de asistencia alimentaria alcanza un
14.4%.
Cabe
destacar que esos programas contra la pobreza son independientes a otras
transferencias federales como son las Tres Grandes: Seguridad Social, el
Medicare y el Medicaid, las cuales exhiben el mayor ritmo de crecimiento en el
presente siglo.
La
eficiencia de los programas contra la pobreza depende de la focalización y de
que su diseño se fundamente en la evidencia. Minimizar los errores de inclusión
se traduce en la maximización del impacto a favor de los pobres. Haskins
demuestra la eficiencia de esos programas que incrementan el incentivo a
trabajar y elevan el nivel de ingreso de los pobres. Específicamente afirma que
la incidencia de niños en pobreza se reduce de 29.8% a un 18% al tomar en
consideración los programas especiales.
Por último,
señala que involucrar a la comunidad en la identificación y ejecución de los
programas sociales aumenta considerablemente su impacto a favor de los
segmentos más vulnerables de una sociedad.
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