[Escrito el 14 de marzo de 2016]
Hillary
Clinton prometió llevar de regreso el empleo industrial hacia los Estados
Unidos. A pesar de que esa afirmación puede ser el producto de su revés en
Michigan, la realidad es que a muchos estadounidenses les agrada ese mensaje.
En sus más
recientes presentaciones, la Clinton ha criticado los acuerdos comerciales que
han estimulado el traslado de empresas manufactureras de los Estados Unidos
hacia Asia. Incluso ha criticado el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP)
por su posible impacto negativo sobre la capacidad de mantener el empleo
industrial dentro del territorio estadounidense. Ella plantea que en ese
acuerdo hay demasiados agujeros que permitirían a algunos empresarios sacar
provecho de ellos, en contra de los competidores y los trabajadores.
Hillary
también se ha opuesto a las prácticas de dumping de China, en particular sobre
el acero. Esa posición de la señora Clinton se fundamenta en el hecho de que
ese tipo de práctica es considerada como desleal y muy perjudicial para los
países competidores y, sobre todo, para sus empleados.
Ante ese
discurso yo le recomendaría a Hillary que tome en consideración que países como
México y la República Dominicana son dos eslabones de competitividad de la
industria estadounidense. En efecto, las empresas de zonas francas, como el
Grupo M-Codevi, ayudan a que las empresas de los Estados Unidos puedan mejorar
su capacidad de competir frente a las importaciones asiáticas. Esto significa
que estas empresas ayudan a que se pueda mantener una parte del empleo
industrial en territorio estadounidense, siendo excelentes socios de la mayor
potencia mundial.
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