[Escrito el 23 de septiembre de 2014]
En un documento del Instituto de Investigaciones del Credit
Suisse, preparado por Michael O’Sullivan y Stefano Natella, se analizan los determinantes del éxito de
los países pequeños, como Suiza, Singapur, Dubai, Islandia, Dinamarca, Hong
Kong e Irlanda. Y yo colocaría en esa lista a Quebec, Cataluña y Escocia, entre
otras regiones cuyas características son semejantes a la de un país pequeño
independiente.
De acuerdo a estos autores, los países pequeños son, por lo
general, más educados, con mejor salud, más homogéneos –en términos
socioeconómicos y étnicos-, más
especializados en términos productivos y más interesados por la globalización.
Además, tienen una infraestructura intangible más
generalizada, que se define como el conjunto de factores que desarrollan la
capacidad humana y que permiten el crecimiento eficiente y fácil de la
actividad empresarial.
La fortaleza de las instituciones, el imperio de la ley y la
estabilidad política, más que la democracia, son elementos que han ayudado a
los países pequeños a tener éxito económico y social, el cual se expresa en
elevados índices de desarrollo humano.
De acuerdos a estos autores, la educación es el principal
determinante de la capacidad humana. Esto se demuestra en una estrecha
correlación entre el desempeño escolar y el PIB per cápita. En otras palabras,
mientras mejor le va a los estudiantes en la academia mejor será, en promedio,
su ingreso en el futuro. El reconocimiento de la importancia de la educación
explica el porqué los países pequeños son los que más invierten en educación
como porcentaje del PIB.
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