En otros comentarios he señalado que todos los países
desarrollados han pasado por una etapa de industrialización. República
Dominicana no puede ser la excepción. En consecuencia, si se desea elevar de
forma significativa la calidad de vida de su población es indispensable
incrementar la participación de la manufactura en el empleo y en el PIB.
En la actualidad, la manufactura total, que engloba la local
y la de zonas francas, representa el 10% del empleo y el 20.3% del PIB. Y, lo
que es más importante aún, casi 8 de cada 10 empleos que crea son formales y
son asignados, por lo general, a dominicanos.
De esto se desprende que el apoyo a la manufactura es
consistente con la Estrategia Nacional de Desarrollo y con la meta del gobierno
de crear anualmente 100 mil puestos de trabajo formales.
Hay dos programas que pudiera ejecutar el gobierno a favor
de la manufactura.
El primero es la creación de un programa de incentivos
tributarios exactamente igual al que beneficia a la industria del cine.
Imagínense el impacto que tendrían centenares de millones de pesos, que se hubiesen
utilizado para el pago de impuestos, invertidos en la modernización tecnológica
de las industrias dominicanas.
El segundo programa consistiría en una feria de
financiamiento a favor de la adquisición de
maquinarias y otros bienes de capital. El Banco Central tiene los
instrumentos necesarios para inducir a la banca a aumentar los préstamos a la
manufactura, los cuales apenas representan el 5.6% del total de préstamos
destinados al sector privado.
Reconocida la importancia de la manufactura, sólo queda por
decir: Manos a la obra.
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