Un reciente estudio del Banco Mundial confirmó que gran
parte de los dominicanos se beneficia muy poco del crecimiento del PIB. De acuerdo al documento “Cuando la
Prosperidad no es compartida,” el PIB por habitante creció en casi un 50% entre
2000 y 2011; sin embargo, todavía el 40% de la población sigue siendo pobre.
Esto revela que la movilidad social es muy limitada. Se
estima que sólo el 2% de la población mejoró sus condiciones de vida en ese
período. Eso contrasta con el 41 por ciento de población de América Latina y el
Caribe que sí escaló a grupos de mayores ingresos durante la citada década.
La desigualdad en el acceso a oportunidades y la baja
calidad de los servicios públicos son factores que explican por qué el
crecimiento ha reducido muy poco la incidencia de la pobreza. Ante esa realidad
el Banco Mundial recomienda la ejecución de una política fiscal equitativa,
eficiente y sostenible. Al mismo tiempo señala la necesidad de mejorar la
cantidad y calidad de los bienes y servicios públicos. Y concluye recomendando
la adopción de medidas que incrementen la demanda de mano de obra con el
objetivo de asociar la variación de los salarios reales al aumento de la
productividad.
Es importante que las intervenciones que ayuden a mejorar la
igualdad sean al mismo tiempo compatibles con un mayor ritmo de crecimiento
económico. Eso significa que los impuestos y los gastos deben ser
procompetitivos y no distorsionantes, lo cual ayudaría a la creación de empleos
mejor remunerados. Con esa política, la pobreza se reduciría mucho más por cada
punto de crecimiento económico.
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