La discusión sobre el futuro de Loma Miranda debe tener dos
etapas. La primera debe consistir en la elaboración de un estudio sobre la
viabilidad de la explotación de esa zona. La segunda debe recoger el resultado
de la decisión óptima de consumo intertemporal.
El estudio sobre la posible explotación de Loma Miranda cuantificaría
los costos y beneficios. Esa investigación debe detallar todos los costos
ecológicos actuales y futuros que provocaría la explotación minera de esa loma.
Asimismo, debe cuantificar los beneficios económicos que recibiría el Estado y
evaluar el impacto del uso que se le daría a esos ingresos.
Si los costos son mayores que los beneficios no se debería
explotar Loma Miranda. Y ahí se detendría el proceso de discusión y se debería transformar
esa zona en un gran parque nacional.
Si los beneficios son mayores a los costos se podría pasar a
la segunda etapa de la discusión. Cabe preguntar, ¿cuándo se debe explorar y
consumir la riqueza mineral de esa zona? ¿Debe consumirla la presente
generación? ¿No es suficiente consumir en el presente la riqueza mineral de la
mina de Pueblo Viejo?
La discusión sobre la distribución intergeneracional de los
beneficios de la explotación minera debe pasar por un referéndum. Algunos
votarán por consumir en el presente los beneficios. Otros votarán para que sean
las generaciones futuras las que decidan cuándo y cómo gastar la riqueza
mineral de Loma Miranda.
Que prevalezca la voluntad de la mayoría. Esa es la
democracia.
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