La República Dominicana se merece un Estado libre de
corrupción. O por lo menos, uno en el cual aquellos que cometan un acto de
corrupción sean sancionados severamente.
Hasta ahora los corruptos se han burlado del pueblo
dominicano. Se roban millones de dólares y tienen el descaro de exhibir su
riqueza frente a una sociedad que todavía no ha satisfecho sus necesidades
básicas de educación, salud y vivienda.
Ha llegado el momento de que todos juntos enfrentemos a los
corruptos. Hay muchas pruebas contra ellos que son contundentes. Si el
Ministerio Público actual se aferra a la
voluntad de hacer bien su trabajo y decide someter a los funcionarios
deshonestos no cabe duda de que serían sancionados con la cárcel.
Un empleado público que haya endeudado ilegalmente al Estado
y utilizado a su libre albedrío el dinero del pueblo debe ser castigado. Sin
embargo, como el caso sigue impune, ese sujeto tiene la cachaza y la cara dura
de amenazar y demandar a todo aquel que lo investigue o denuncie.
Esto es inaceptable. Si usted trabaja en una empresa y toma
un préstamo a nombre de esa compañía sin la autorización de los dueños y, para
colmo, usa el dinero como le venga en gana, sería sometido a la justicia y
llevado a la cárcel.
¿Y qué lo diferencia a usted de ese funcionario frente a la
justicia? Nada.
Apoyemos, pues, la lucha contra la corrupción.
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